La realidad es que el conflicto por la ciudad de Jerusalén no es natural, sino espiritual. Las naciones no desean a Jerusalén por su riqueza o su belleza, ni por su posición geográfica. El conflicto es por el Monte del Templo, porque allí Dios dispuso poner Su Nombre.
(2 Crónicas 33:7) …en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre.
(2 Crónicas 6:6) Mas a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido para que esté sobre mi pueblo Israel.
Jerusalén es la ciudad que Dios escogió para poner Su Nombre. Allí estará el trono del Mesías, tal como está profetizado. Por eso, no debe extrañarnos que ese lugar esté en contienda. Los enemigos de Israel y de Jehová lo quieren, no por lo que significa para ellos sino por lo que significa para el pueblo de Dios y para el Señor mismo. ¡Y todos sabemos quién quiere sentarse en el lugar del trono de Dios! (Isaías 14:12-15).
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