martes, 31 de julio de 2012

El Reino de los Cielos


 Mi tabernáculo estará junto a ellos; yo seré su Elohim, y ellos serán mi pueblo. Y cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre, sabrán las naciones que yo, YHWH, santifico a Yisrael’.” 
(Ezequiel 37:21-28 )


 He aquí, el tabernáculo de Elohim está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y YHWH mismo estará entre ellos. 
(Apocalipsis 21:3)


El misterio del tesoro escondido en un campo

TEXTO: “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”.

INTRODUCCION: He escuchado y leído, y estoy seguro que ustedes también; de esta parábola, muchas interpretaciones, que son no sólo diversas, sino contradictorias entre sí. Si bien el método didáctico empleado por Yahushúa en esta ocasión fue una ilustración, no admito que su propósito haya sido el de crear entre sus discípulos confusión, incluyéndonos a nosotros, casi dos mil años después. Él es el Maestro, él vino a enseñar. El problema no son sus palabras; el problema es que nosotros no estamos capacitados para entenderle; el problema es nuestro, porque no podemos entender. Y la pregunta es: ¿Por qué?  Porque no es que no queramos entender, y tampoco que no queramos estudiar, sino que por una parte no estamos capacitados para entender y por otra, dependemos de lo que nuestro Padre nos quiera revelar. Por siglos hemos sido mal aleccionados teológica y culturalmente con una serie de principios interpretativos paganos, y se nos ha condicionado para reaccionar con advertencia de PELIGRO ante cualquier acercamiento doctrinal con la enseñanza del “Antiguo Testamento”. El resultado es que nos hemos quedado en la oscuridad. Pero, fijémonos en algo: ¿Preguntaron los discípulos sobre la interpretación de esta parábola? La respuesta es: no. -¿Por qué?  La respuesta es una de dos: o porque la entendieron perfectamente o porque prefirieron, por vergüenza,  quedarse con la duda antes que hacer evidente su ignorancia. Yo creo que entendieron, porque como hebreos, ellos estaban familiarizados con este tema de la restauración nacional y tuvieron ante ellos al Maestro por excelencia, quien les quería que ellos supieran.

          ¿A qué principios interpretativos paganos me refiero? El Comentario Bíblico Moody del Nuevo testamento, que es un excelente ejemplo de lo afirmo; dice de este pasaje: “Si bien suele interpretarse el tesoro como Cristo, el Evangelio, la salvación o la iglesia, para obtener los cuales debe el pecador estar dispuesto a sacrificarlo todo, el empleo consecuente de hombre en esta serie (de parábolas) para designar a Cristo, la circunstancia de que lo vuelva a esconder después de hallarlo, hacen improbable tal interpretación. Más bien el tesoro escondido en un campo señala el sitio de la nación israelita durante el interregno. A esta oscura nación vino Cristo. Pero la nación lo rechazó, y entonces, por designio divino, fue derrocada de su momentánea prominencia; hasta el día de hoy, en las apariencias externas, parece nebulosa su relación con el reino mesiánico. Pero Cristo dio hasta su vida (todo lo que tiene) para comprar el campo entero (el mundo), y así obtuvo el dominio absoluto por derecho de hallazgo y de redención. Cuando él regrese se desenterrará el tesoro y se expondrá a plena luz”.

          Esto es parte de la “culturización” a la que ha sometido al mundo la cuarta bestia, la profetizada por medio del profeta Daniel, aquella de la cual se dijo que cambiaría los tiempos y la ley. Para empezar, aquí vemos cinco interpretaciones sobre la posible naturaleza del tesoro escondido. También aquí se hace énfasis en la importancia de establecer la diferencia entre la naturaleza de la iglesia e Israel, así como de definir el tiempo histórico que respectivamente les corresponde: un período interregno (entre el reino perdido de Israel y el futuro reino milenial de Mashíaj). A esta oscura nación, es una clara expresión de antisemitismo. La Nación lo rechazó, es una afirmación que generaliza y que por lo tanto ignora, que su endurecimiento fue en parte, que hecho por el Eterno y cuyo propósito fue el de incluir a la “plenitud de la naciones”, la cual está relacionada con el cumplimiento de la profecía que se reveló con la adopción y la bendición como hijos de Israel a Efraín y Manasés, los hijos de José que le nacieron en el exilio, tal como se enseña en Génesis 48 y Romanos 11. Y aunque reconoce que Israel es el tesoro escondido, agrega que: “parece nebulosa su relación con el reino mesiánico”. Y aunque no explica de qué forma Israel fue escondido en el campo, señala que será al regreso de Mashíaj cuando será “desenterrado”.

          La causa de nuestro escaso entendimiento escritural, se explica por el sistema tenemos de utilizar sólo nuestro intelecto para descifrar enigmas, haciendo caso omiso a los antecedentes históricos y proféticos de la nación hebrea. Se nos ha enseñado a estudiar primero el Nuevo Testamento y luego, a considerar el Antiguo Testamento, pero principalmente como historia pasada y fuente de enseñanza moral y ética. Pero enfatizo, los discípulos del Maestro entendieron lo que les quiso enseñar por la sencilla razón de que eran judíos y estaban familiarizados con su propia cultura, y con el acontecer histórico, así como con el futuro profético de su propia nación. Debemos sospechar que a “alguien” le conviene que las verdades escriturales no se entiendan y que las cosas sigan así. A la cuarta bestia, por supuesto. Y ustedes ya deben saber de quién se trata. Ella se ha encargado, por siglos, de sembrar el antisemitismo entre los cristianos.

          Afirmo que nadie podrá ser capaz de tener una cabal interpretación escritural bíblica, y mucho menos lo que su mensaje significa y aplica en nuestra propia vida como personas y como familias, si no hacemos el ejercicio de vernos incluidos dentro de su contexto histórico, si no nos vemos como parte de su cumplimiento profético, si no nos consideramos elementos activos del plan perfecto de nuestro Padre para la redención para cada familia de la tierra, si no reconocemos y recobramos nuestra propia identidad milenaria. A más de dos mil setecientos años (tomando en cuenta el inicio de la dispersión de las tribus de Israel entre las naciones), Yahshúa, el Mashíaj de Israel, el Rey de Israel, nos ha encontrado siendo más gentiles que los gentiles, siendo más paganos que los paganos, sin ciudadanía, sin pactos, sin participar de las fiestas del Eterno, sin promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Nos encontró incircuncisos entre los incircuncisos, tanto física y como de corazón. Nos halló caminando como en  noche obscura, anhelando un poco de luz. Adorando y cantando al Dios de Israel en las congregaciones cristianas. Con la Torá entre nuestras manos sin poderla entender, porque como castigo a nuestro pecado hemos sido teológicamente engañados y medramos escasamente de esa algarroba espiritual mezclada con levadura romana. ¿Nos dejará El Eterno, el Dios de nuestros padres en esta miserable condición para siempre? ¿Es nuestra oración el clamor de los hijos, de los hijos, de los hijos de Israel que ruegan por salvación y misericordia y restauración?

          ¡Qué gran diferencia!: los discípulos del Maestro le pudieron entender, mientras que nosotros necesitamos de un estudio como éste para hallar entendimiento. Para nuestros días, es necesario que nuestro estudio bíblico siempre deba ser como el trabajo de restaurador. Hay que hurgar en el pasado, hay que esforzarse en investigar los pormenores de una cultura estigmatizada y perseguida, hacer de ello un retorno a las sendas antiguas, a nuestras raíces. Hay qué orar porque nuestro Abba nos dé entendimiento. Porque sin un contexto histórico y cultural no se puede tener identidad, se es sólo una semilla más dentro de un saco de semillas en el fondo de un almacén anegado de un barco a la deriva. ¡Creámoslo! nuestro maestro, también para nosotros y para nuestros días enseñó:
          “Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”.

          En esta parábola tenemos cuatro elementos a definir: el reino de los cielos, el campo, la naturaleza del tesoro escondido y la identidad del hombre que encuentra el tesoro, lo vuelve a esconder, vende todo lo que posee y compra el campo. Permítanme decirles que esta parábola contiene maravillas que el Eterno ya ha realizado. En esta se expresa el cumplimiento de promesas específicas hechas a Avraham, Isaac e Israel, los padres de la nación hebrea, cuyo alcance se ha extendido, creo yo, a cada familia que habita este mundo.

          El reino de los cielos: Este elemento es muy sencillo: Yahshúa inició su quehacer profético con un llamado a la casa de Judá: “arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.  Esta es una absoluta e incuestionable referencia al propósito de Dios de establecer con las doce tribus de Israel un reino de sacerdotes y gente santa. Si leemos Éxodo 19:5-6 no solo se hará claro el propósito de nuestro Abba, sino que la naturaleza del tesoro escondido se empezará a develar: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa (Ex 19:5-6).

El campo, el campo es el mundo, son las naciones.
La identidad del hombre que halla el tesoro y lo vuelve a esconder; que vende todo lo que posee y compra el campo, es Yahshúa nuestro Mesías, el rey de Israel; el cual actúa en representación del Eterno. Esto lo podemos asegurar con algunos pasajes que hablan de la naturaleza de su función profética y de su encargo divino: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que había perdido” Lc 19:10.   El respondiendo, dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15:24).

Sin embargo, la cuestión más interesante del tema reside en lo que en esta parábola se presenta como la acción de esconder el tesoro, porque esto es algo que ya ha sido hecho. El Tesoro ya está escondido. Y está tan escondido, que nos cuesta trabajo identificar y aceptar lo que nuestro Padre ha estado haciendo desde hace cuatro mil años. Este es un milagro por medio del cual El Eterno ha dado cumplimiento a promesas específicas que Él hizo a los padres de la nación. El Eterno escondió el tesoro, pero ¿cómo lo hizo? Veamos:
Gn 12:1-3 – El Eterno le prometió a Avram tres cosas: la tierra de Canaán, hacer de él una nación grande y bendecir en él todas las familias de la tierra. Aquí el punto a considerar es el cómo, la manera que Él emplearía para dar cumplimiento a semejante tercera promesa. La palabra hebrea que aquí utiliza, Venibrejú se traduce como “bendición”, pero su significado literal es “entremezclar”, dándonos con ello, una pista del cómo de su cumplimiento.
Gn 13:16 – Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra.
Gn 17:15 – Sara vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.
Gn 48:19 – Esta es una promesa impresionante: La descendencia de Efraín formaría multitud de naciones (melo ha goyin: plenitud de naciones).
Dt 30: 1-8 – Moisés afirmó que después de la bendición y la maldición: vendría la restauración de la nación.
1 R 12:24 – La división del reino de Israel fue hecha por el Eterno.
2 R 17:6, 18, 23 y 24 – El cautiverio de Israel fue predicho por el Eterno. Siete siglos antes de nuestra Era, Israel fue llevado cautivo a Asiria y la tierra que ocupaban fue repoblada con extranjeros. Se mezclaron entre las naciones y desde entonces no han regresado. Esto ocurrió en el 723 aEC. El punto a considerar es el por qué, la razón de su exilio. Si no han regresado, ¿dónde están?  Ahora podemos entender las palabras de Yahshúa cuando dijo: “soy enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Y cuando él envió a sus discípulos a las naciones, él hablaba de la restauración de la nación.

Judá y Benjamín también fueron al exilio en Babilonia, pero un remanente de ellos regresó. De este  modo fue que al momento de la venida de Yahshúa, hace casi dos mil años, el tiempo para la restauración del reino de Israel estaba a la puerta; era necesario para Judá hacer obras dignas de arrepentimiento, de apartarse de la idolatría, de circuncidar su corazón. El campo estaba listo y los obreros eran pocos; era el tiempo del inicio del retorno de las diez tribus, en el exilio desde siete siglos atrás. Sin embargo, aun estaba reservado otro exilio disciplinario para Judá, que iniciado en el año 70 de esta Era, concluyó casi diecinueve siglos después. Durante este exilio, muchos de los hijos de Judá también fueron voluntaria u obligatoriamente asimilados entre las naciones, dispersándose principalmente en las costas del mar Mediterráneo y en América latina, perdiendo también su identidad hebrea. La profecía de Oseas se cumplió: un remanente de Judá, conservó su identidad israelita, mantuvo su fidelidad a la Torá y al Eterno, regresó a la tierra prometida, ha restaurado el idioma hebreo, y la profecía de Isaías 66:8 se cumplió cuando una nación nació entre las naciones en un solo día, en Mayo 14 de 1948.
La vida del profeta Oseas  al casarse con una mujer fornicaria y tener hijos de fornicación, es la ilustración de la relación que el Eterno tiene con la nación de Israel. Su primer hijo fue Jezreel, (que significa siembra de Dios), expresa que Él ha sembrado a Israel entre las naciones. Su hija Lo-ruhama (no compadecida) representa la firmeza de la decisión y la determinación del Eterno por disciplinar a su pueblo escogido.  Lo-ammi (no pueblo mío) expresa el carácter del comportamiento del pueblo disperso, sin Torá (Instrucción), enlodado en la idolatría y el paganismo. Y aunque en estas condiciones esperaríamos su aniquilación o al menos que sean desechados, el capítulo 1 concluye: “Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar (referencia a la promesa hecha a Avraham), que no se puede medir ni contar”. Y con su restauración como hijos del Dios viviente y la reunificación de las 12 tribus  (Oseas 1:1-11).
Oseas 2: 19 y 23 “Y te desposaré conmigo para siempre”.
Oseas 7:8  “Efraín se ha mezclado con los demás pueblos; Efraín fue torta no volteada”.
¡Tus misericordias son nuevas cada día, Oh Eterno! Los capítulos 30 y 31 del profeta Jeremías son ejemplo claro de la misericordia, y el amor, y la gracia del Eterno por su pueblo y por las naciones. Porque en el retorno de los hijos de Israel a su tierra, no lo dudes, estarán incluidas todas las familias de la tierra. ¿Qué no ha hecho ya el Eterno de Avraham para acá, en más de cuatro mil años?

Para fines prácticos, los dispersos de Judá actualmente están en las mismas condiciones que los de Efraín. Todos tenemos que retornar a las sendas antiguas.

Esta parábola enseña que el tesoro fue hallado y vuelto a esconder. ¿Qué significa esto?  La nación no fue formada en su propia tierra sino en el exilio de Egipto. El Eterno introdujo en Egipto una familia y después de cuatrocientos años, por medio de Moisés encontró una nación, le dio identidad y la instrucción de su voluntad. Varios siglos después, la nación fue escondida, fue “sembrada” entre las naciones. Primero Efraín y luego Judá. Sólo un remanente de Judá mantuvo su identidad y cultura; el resto de las tribus son gentiles entre los gentiles. Esto fue hecho por el Eterno. Sus ejecutores son Moisés y Yahshúa viniendo en el nombre de YHVH. Nuestro Mesías compró para el Padre el campo a precio de su propia sangre. Al regreso de Yahshúa, El Eterno extraerá del campo a su tesoro, a su pueblo escogido, cosechará a su pueblo en el día de su restauración. Se casará con Israel (la mujer rodeará al varón).  Él aún hará regresar a su tesoro escondido de entre las naciones y reinará sobre ella: Yeshúa HaMashíaj, el Rey de Israel, reunirá las dos casas de los hijos de Israel y establecerá el Reino de los cielos sobre la tierra.

          ¡Qué hermosa historia de amor, de gracia, de paciencia y de misericordia de nuestro Abba Padre! ¡Vaya manera de cumplir sus promesas a un amigo! ¿Es de esperar que todo el pueblo del Eterno, los hijos de este amigo, sepa valorar con qué clase de privilegio nuestro Abba nos ha honrado y distinguido? –Eso espero.

                            
Cancún, 19 de julio de 2009.




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