lunes, 2 de julio de 2012

Las raíces del terrorismo moderno están en el mismo Corán


Catedrático de Historia Islámica:
“Las raíces del terrorismo moderno están en el mismo Corán”.

LO QUE EL CORÁN
REALMENTE ENSEÑA


            Ya con doce años Marc A. Gabriel podía recitar de memoria el Corán. Llegó a ser imán de una mezquita y profesor de Historia Islámica en la Universidad Al-Azhar en El Cairo, universidad más importante del mundo con más de 300.000 estudiantes. Pero con el paso del tiempo Gabriel comenzó a dudar de si el Islam es una religión pacífica. Cuando se desvinculó de la fe en Alá perdió su profesorado y fue torturado por la policía secreta. En base de la lectura de la Biblia se convirtió a Cristo, cambió su nombre en el que ahora lleva y vive actualmente en los EE. UU. de América. En su libro “Islam y Terrorismo” Gabriel examina las raíces del terrorismo moderno. Éstas, como él evidencia en su libro, se originan en el mismo Mahoma. Sin embargo, en el principio había “recibido” una religión pacífica, pero después de su expulsión de La Meca a Medina, sus “revelaciones” evocaban la violencia contra todos los que profesaban otra fe. En ello, Mahoma no tuvo ningún reparo en recurrir al asesinato. - A continuación un extracto del análisis que hizo Gabriel.

            La gente de Occidente tiene un gran problema en entender a los terroristas. “¿No están todos locos?” se preguntan. Yo les puedo asegurar que ellos no están locos. Tampoco son psicópatas que encuentran placer en hacer daño a los demás. No, ellos siguen una filosofía, y una vez que se comprenda esta filosofía, ninguna hazaña de ellos nos podrá sorprender.
            La palabra Islam significa “sujeción”; un musulmán es uno que se sujeta a Alá. La pregunta que hay que hacer es, pues: ¿Qué quiere Alá? La respuesta está en los libros sagrados del Islam, el Corán y los Haditas. El Corán contiene las palabras reveladas a Mahoma, y los Haditas son narraciones acerca de los compañeros suyos, de sus esposas y las palabras y los hechos del profeta. La mayoría del mundo islámico considera a los Haditas una autoridad que obliga a la obediencia. Es, pues, importante tener en cuenta a los Haditas porque la vida de Mahoma y sus doctrinas forman el fundamento para la estrategia de guerra hoy practicada. El Islam es una religión de las obras, y la entrada en el paraíso (o el cielo) depende de los méritos que uno hace. Lo triste del asunto es que un musulmán nunca podrá estar seguro de su salvación. Cuando llegue el Día del Juicio, – como suponen –  Alá pesará las obras buenas con las malas, y decidirá acerca del destino. No existe ninguna garantía de que se pueda alcanzar el paraíso, tampoco si uno ha hecho obras buenas durante toda la vida. Todo dependerá de cómo decidirá Alá.

            El paraíso garantizado
            Solamente existe un modo para asegurarse el paraíso: este modo es el motivo que sirve a los terroristas suicidas y a los luchadores de la 'yihad'. Consiste en dejar la vida en la yihad - morir en la lucha contra los enemigos del Islam. Yihad significa propiamente lucha. En la ciencia de derecho islámico, la yihad está definido por la Sura 8, 39 como sigue: “[la yihad] es la lucha contra todo aquel que obstaculiza la expansión del Islam, o la lucha contra todo aquel que se niega a aceptar al Islam” (traducción literal del documento alemán).
            ¿Qué ocurre con los versos amables que hablan positivamente de los cristianos? En el Corán hay por lo menos 114 versos que hablan de amor, paz y perdón, pero igualmente hay pasajes
que condenan a los cristianos al infierno. En los casos de contradicción dentro del Corán están los eruditos islámicos que deciden entre los unos y los otros, según el principio del “Naskh”. Este se basa en el hecho de que las diferentes revelaciones a Mahoma tuvieron lugar durante un espacio de 22 años. Algunas partes del Corán le venían más tarde, y otras antes. Para resolver una contradicción entre ellas, se ha seguido el principio de la sustitución de las revelaciones anteriores por las postreras.
                                                                                                                                                                          
            Una revolución política
            Los mensajes que Mahoma recibió al principio eran pacíficos y amables para atraer a la gente. Pero estas circunstancias cambiaron. En La Meca, ciudad donde Mahoma predicó, le pusieron resistencia. De manera que la abandonó el año 622 d. de Cristo. Se fue a la ciudad de Yathrib, hoy se llama Medina, donde organizó una fuerza militar, aumentando sus seguidores. Después regresó a La Meca para conquistarla junto con los pueblos alrededor. De esta manera, el Islam, siendo una religión se transformó en una revolución política.
            En La Meca, la vida del profeta Mahoma giraba alrededor de oraciones y meditaciones acerca de la paz y la convivencia con otros. Sin embargo, en Medina, Mahoma se transformó en un “Führer” militar. De allí viene que las revelaciones postreras que recibió este profeta hablan del poder militar y de conquistas en el nombre del Islam, la yihad. En Medina fue donde se escribió la Sura 9,5 que se conoce como el “verso de la espada”. En él se explica que los musulmanes deben luchar contra todo aquel que no quiera convertirse al Islam. Un 60% de los versos del Corán hablan de la yihad, cosa plausible, porque Mahoma recibió la principal parte del Corán después de haberse marchado de La Meca. La yihad se hizo, pues, la fuerza motriz del Islam.


            Yihad - tarea obligatoria para todos
            Sería ventajoso si los versos en el Corán apareciesen por orden cronológico, pero esto no es el caso. Sin embargo, hay ediciones del Corán en las que se notifica el lugar donde fueron reveladas las suras, si en La Meca o en Medina. Pero para cerciorarse de esto es preciso tener acceso a los manuales de la ciencia islámica.
            Encontramos, pues, que la yihad es una orden apremiante para cada musulmán. La yihad comprende la sujeción forzosa para todas las personas que no aceptan el Islam. Durante el tiempo de Mahoma, la yihad fue practicado contra cristianos y judíos. Dejemos que el mismo Corán se exprese: “Aquellos que nieguen el Islam deben ser muertos. Si se vuelven (del Islam), entonces cogedlos, matadlos donde los encontréis” (Sura 4, 89 [91] traducción directa del documento alemán que se apoya en la edición inglesa del “Noble Quran”).
            Con palabras excesivamente claras y fuertes, el Corán manda a los musulmanes que fuercen a la conversión a los cristianos y judíos. “¡Los que recibisteis el Libro (judíos y cristianos)! Creed en lo que hemos revelado (a Mahoma) en confirmación de lo que ya teníais, antes de que borremos los rasgos de los rostros (haciéndolos como las nucas, sin nariz, boca ni ojos), y los volvamos hacia atrás o los maldigamos como maldijimos a los transgresores del sábado. La orden de Alá se cumple” (Sura 4, 47; las palabras que aparecen entre paréntesis se encuentran en la edición inglesa. En la versión española de Plaza & Janes Editores S.A. de 1980, el verso citado es el N° 50).

            Dominio mundial del Islam
            Para los musulmanes la yihad no es opcional; es su deber, porque Alá lo manda así (Sura 9, 29 [+38]). Todos los musulmanes deben, pues, obedecer esta orden con el fin de cumplir con la fe. Las únicas excepciones son los minusválidos, los ciegos o los mutilados (Sura 4, 95 [97]). El propósito de la yihad consiste en el levantamiento del dominio musulmán en todo el mundo. El Islam enseña que Alá es la única autoridad. Es por eso que todos los sistemas políticos deben basarse en las doctrinal de Alá, y en ninguna otra. Los demás sistemas políticos – desde la democracia hasta la dicta­dura – son considerados obra humana, y por eso sin validez alguna.

            Adaptarse para conquistar
            La teología islámica conoce tres fases para la yihad. En la fase de debilidad están los casos de cuando los musulmanes se encuentran en la minoría dentro de un país no islámico. En tal caso, la yihad abierta no es to más adecuado. Los musulmanes tratan de sujetarse a las leyes civiles de los respectivos países.
            Sin embargo, se afanan en incrementar el número de ellos. Es en esta fase en la que los musulmanes hacen caso a la palabra que Ma­homa recibió en La Meca que dice que en cuanto a la religión no se debe usar la fuerza (Sura 2, 256 [257]). Es este pasaje que se cita con frecuencia para de­mostrar que el Islam no fuerza a nadie a la con­versión. Luego hay otros versos que hablan de la convivencia pacifica y tranquila con los “infieles”. Pero tenemos que tener ante la vista que Mahoma escribió estas palabras cuando él y sus feligreses aún eran un grupo pequeño y débil estando en La Meca. Pero después de que su movimiento aumentó en fuerza recibió Mahoma nuevas palabras que reemplazaron dichos versos anteriores.
            En la fase de preparación entran cuando hayan llegado a una minoría influyente. Puesto que su meta es la confrontación directa contra su enemigo, se hacen preparativos tanto en lo económico, físico y militar como en lo espiri­tual. En la Sura 8, 59-60 (61-62) se dice: “Que los infieles no crean que logren escapar; no podrán frustrar (a Alá). Así que, preparad contra ellos lo que podáis con guerreros y caballos para aterrorizar a los enemigos de Alá y de vosotros, y otros distintos de ellos que Alá conoce”. (traducción directa del documento alemán que se apoya en la edición inglesa del “Noble Quran”).

            Mahoma como ejemplo
            La última fase de la yihad habrá llegado cuando los musulmanes disponen de fuerza (social), influencia y poder. En esta fase, cada musulmán queda en la obligación de combatir al enemigo activamente, derrocar el sistema político del país no islámico y levantar el do­minio del Islam. Esta fase se fundamenta en la Sura 9,5 que fue la última revelación que recibió Ma­homa referente a la yihad: “Matad a los idólatras donde los encontréis. ¡Cogedlos, sitiadlos! ¡Pre­paradles toda clase de emboscadas!” Estas tres fases corresponden exactamente a lo que Mahoma  experimentó. Al principio no mostró ninguna agre­sión contra sus adversa­rios. Al salir de La Meca, dedicó su primer año en Medina al reclutamiento y a la preparación de su fuerza militar. Luego de­claró la yihad, embistió contra sus enemigos, con­quistó completamente La Meca y la sujetó a el.
            ¿Creen todos los musulmanes en la yihad? La mayoría de los musulma­nes son musulmanes seculares, y desaprueban la llamada a la guerra santa. Son los musulma­nes fundamentalistas que cometen las acciones terroristas. Ellos son quienes practican el au­téntico Islam.

(De ideaSpektrum N° 13 del 31 de marzo de 2005, Postfach 1820, D-35528 Wetzlar. Permiso concedido para su publicación y la difusión gratuita).

¿Qué es lo que motiva a los musulmanes a la “guerra santa”?

            Por Ludwig Schneider, Jerusalén.
            Dialogando con los cristianos, los musulmanes creen haber encontrado apoyo en el Nuevo Testamento, particularmente en el pa­saje que dice: “Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas” (Hebreos 1:1). Las dos palabras “en otro tiempo” (que en griego es una) las interpretan como un posible futuro (en castellano seria el vocablo “entonces” que se usa para referirse al pasado y al futuro). En consecuencia – afirman– habló Dios primero a través de Abraham, luego de Moisés, de Jesús y finalmente a través de Ma­homa.
            Ellos afirman que Alá es el nombre de Dios. Pero el nombre del Dios único [que se manifestó a Adán, a Abraham, a Moisés etc.] se llama ‘YHWH’ que no tiene nada que ver con Alá, ni etnológicamente ni históricamente. Quien conoce el origen del Islam, sabe que en el tiempo de Mahoma (570-632 d. C) en Arabia existían 355 dioses tribales, de acuerdo al número de los días del año árabe lunar que son 354 o 355 respectivamente. Uno de estos dioses se llamaba Alá. Mahoma pertenecía a la estirpe de los hachemitas, parte de la tribu de los Koreichitas. Cuando éstos vencieron a las demás tribus árabes –bajo el liderazgo de Mahoma– y habiendo masacrado a los Korei­chitas con los cuales concertó alianza de paz, hizo la famosa proclamación: “Allah hu-akbar”, que no quiere decir: “Alá es grande”, sino “Alá es más grande”, más grande que los otros dioses tribales.
            Una vez subyugadas todas las tribus bajo la bandera suya, salió con el propósito de conquistar al mundo entero. Con ello ya estaba puesta en marcha la “yihad”, guerra santa. Mahoma dividió al mundo en tres partes:

1. El territorio del Islam - Dar al-Islam
2. El territorio de la guerra - Dar a-Harb
3. El territorio de las alianzas - Dar al-Ahd

El territorio del Islam comprende las na­ciones netamente islámicas. El territorio de la guerra está aún por conquistar. El territorio de las alianzas está respetado únicamente hasta que los aliados se crean seguros –como en el caso de los Koreichitas– antes de ser atacados y conquistados.
[...] El verdadero trasfondo que motiva a los terroristas suicidas a lanzarse a la inmola­ción, tiene dimensiones más profundas. De acuerdo al dogma islámico, el territorio que una vez queda declarado territorio del Islam, quedará bajo la protección y jurisdicción de Alá. Este a la vez garantiza personalmente que permanezca eternamente en la condición islá­mica. La credibilidad de Alá depende, pues, del hecho de si pueda permanecer islámico o no un territorio suyo.

Los musulmanes peleaban permanente­mente con los señores de Tierra Santa, con los bizantinos y cruzados, hasta que en el año 1517 alcanzaron la soberanía sobre Tierra Santa. Con ello la declararon territorio del Islam, zona que nunca más podría ser apropiada por ajenos, puesto que está bajo la protección personal de Alá. Con ello comenzó el conflicto actual en oriente próximo, pues unos 400 años más tarde, en 1917 el general cristiano británi­co, Allenby, conquistó a los turcos y quitó este territorio islámico a los musulmanes. Unos 50 anos mas tarde, en 1967, entraron los judíos en Jerusalén. Con ello, la credibilidad de Alá decayó.

En primavera del año 2002, el mufti de Jerusalén, Ikrami Sabri, explicó que el llama­miento a la yihad tiene el propósito de recupe­rar el territorio del Islam, para que sea resta­blecida la credibilidad de Alá. Esto quiere decir en concreto: los musulmanes no se lanzan a la muerte con el fin de reconquistar unos te­rrenos banales, sino para restablecer el honor de Alá. Creen que si no lo hacen de esta mane­ra, su fe decaería. Se nota, pues, que detrás de todo está lo demoníaco de un culto idolátrico que pretende salvar a una divinidad que nunca existía. Los musulmanes pelean por Alá, pero el Dios de la Biblia (YHWH, “Yo soy el que soy, el Eterno”) pelea por su pueblo.
            (Sacado de www.israelheute.com)

 

NOTA DEL EDITOR DE "FIRMES HASTA EL FIN" quien publicó este artículo.
"La publicación y difusión de este folleto obedece a la responsabilidad ciudadana y el bien espiritual de los editores que creen en los valores judeocristianos de nuestra cultura occidental. Se recomienda sacar fotocopias para distribuirlas gratuitamente entre los conocidos".  
"FIRMES HASTA EL FIN", Valencia, España



 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo

Anónimo dijo...

Excelente artículo