lunes, 3 de septiembre de 2012

La expiación de las iniquidades del pueblo de Israel

La expiación por el pecado osea el cubrir las iniquidades o transgreciones a la Torá fue el medio que El Eterno dio a su pueblo Israel para perdonarlo por su desobediencia. Este lo podemos ver en el relato de la construcción del becerro de oro.


Pues el alma de la carne está en la sangre y Yo la he asignado para vosotros sobre el Altar, para procurar expiación a vuestras almas; pues es la sangre la que expía por el alma. 
(Levítico 17:11 Tora 1999)

La Torá (instrucción) dada al pueblo.

Dios dijo todas estas palabras, diciendo: Yo soy El Eterno, tu Dios, Quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. No reconocerás a los dioses de los otros en Mi presencia. No te harás una imagen tallada ni ninguna semejanza de aquello que está arriba en los cielos ni abajo en la tierra ni en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni los adorarás, pues Yo soy El Eterno, tu Dios, un Dios celoso, Quien tiene presente el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación con Mis enemigos; pero Quien muestra benevolencia con miles de generaciones a aquellos que Me aman y observan Mis preceptos. 
(Éxodo 20:1-6 Tora 1999)

La desobediencia del pueblo

El pueblo vio que Moshé (Moisés) se había demorado en bajar de la montaña y se reunió en torno a Aarón y le dijo: «Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros, pues no sabemos qué es lo que le ha ocurrido a este hombre Moshé (Moisés) que nos trajo de la tierra de Egipto». Aarón les dijo: «Quitad los anillos de oro que hay en las orejas de vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos». Todo el pueblo se quitó los anillos de oro que tenían en las orejas, y se los llevó a Aarón. Él los tomó de sus manos y los unió en una tela, y formó un becerro fundido. Dijeron: «Éste es tu dios, Israel, que te hizo ascender de la tierra de Egipto». Aarón vio y construyó un altar frente a él. Aarón exclamó y dijo: «¡Fiesta para El Eterno mañana!». Al día siguiente se levantaron temprano y ofrecieron ofrendas ígneas y trajeron ofrendas pacíficas. El pueblo se sentó a comer y beber, y se levantó a divertirse. El Eterno habló a Moshé (Moisés): «Ve, desciende, pues tu pueblo, al que hiciste ascender de la tierra de Egipto, se ha corrompido. Rápidamente se descarrió del camino que les he ordenado. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él, y han sacrificado para él, diciendo: Éste es tu dios, Israel, que te hizo ascender de la tierra de Egipto». 
(Éxodo 32:1-8 Tora 1999)

La expiación del pecado

Al día siguiente, Moshé (Moisés) le dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado muy grave. Y ahora subiré hacia El Eterno, tal vez pueda obtener la expiación de vuestro pecado». Moshé (Moisés) retornó con El Eterno y dijo: «¡Te lo suplico! Este pueblo ha cometido un grave pecado y se han hecho un dios de oro, y ahora, por favor perdona su pecado; pero si no, bórrame ahora de Tu libro que has escrito». 
(Éxodo 32:30-32 Tora 1999)

Vemos a Moshé mismo ofreciéndose como ofrenda de expiación por el pecado de su pueblo. "por favor perdona su pecado; pero si no, bórrame ahora de Tu libro que has escrito". 

El profeta Daniel intercediendo por las iniquidades de su pueblo Israel.

En el primer año de Daryáwesh hijo de Ajashwerosh, del linaje de los madaítas, el cual llegó a ser rey sobre el reino de los kasditas. en el primer año de su reinado, yo, Daniyel, entendí por los libros que, según la palabra de YHWH dada al profeta Yirmeyahu, el número de los años que habría de durar la desolación de Yerushalem sería setenta años. Entonces volví mi rostro a YHWH Ha'Elohim, buscándolo en oración y ruego, con ayuno, luto y ceniza. Oré a YHWH mi Elohim e hice confesión diciendo: “¡Por favor, YHWH, HaÊl grande y temible, que guarda la Alianza y la misericordia para con los que le aman y guardan sus mandamientos: Hemos pecado; hemos hecho iniquidad; hemos actuado impíamente; hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus decretos. No hemos obedecido a tus siervos los profetas que en tu nombre han hablado a nuestros reyes, a nuestros gobernantes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es, oh YHWH, la justicia; y nuestra es la vergüenza del rostro, como en el día de hoy; de los hombres de Yahudah, de los habitantes de Yerushalem, de todo Yisrael, de los de cerca y de los de lejos, en todas las tierras a donde los has echado a causa de su rebelión con que se han rebelado contra ti. Oh YHWH, nuestra es la vergüenza del rostro; de nuestros reyes, de nuestros gobernantes y de nuestros padres; porque hemos pecado contra ti. De YHWH nuestro Elohim son el tener misericordia y el perdonar, aunque nos hemos rebelado contra él, y no hemos obedecido la voz de YHWH nuestro Elohim, para andar en sus leyes, las cuales puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. Todo Yisrael ha transgredido tu ley, apartándose para no escuchar tu voz. Por ello han sido derramados sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Mosheh, siervo de ha'Elohim, porque hemos pecado contra él. Y él ha confirmado su palabra que habló contra nosotros y contra nuestros magistrados que nos gobernaban, trayendo sobre nosotros tan grande calamidad. Porque nunca se había hecho bajo el cielo un mal como el que se le ha hecho a Yerushalem. Como está escrito en la ley de Mosheh, toda esta calamidad nos ha sobrevenido, y no hemos implorado el favor de YHWH nuestro Elohim, volviéndonos de nuestras maldades y prestando atención a tu verdad. Por tanto, YHWH ha tenido presente el traer esta calamidad y la ha traído sobre nosotros. Porque YHWH nuestro Elohim es justo en todas las obras que ha hecho; sin embargo, no hemos obedecido su voz. Ahora pues, oh YHWH Elohim nuestro –que con mano poderosa sacaste a tu pueblo de la tierra de Mitsráyim y te hiciste de renombre, como en este día– , hemos pecado; hemos actuado impíamente. Oh YHWH, conforme a tu justicia, apártense, por favor, tu ira y tu furor de sobre Yerushalem, tu ciudad, tu santo monte. Porque a causa de nuestros pecados y por la maldad de nuestros padres, Yerushalem y tu pueblo han sido entregados al insulto en medio de todos los que nos rodean. Ahora pues, oh Elohim nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus ruegos, y por amor de ti mismo, oh YHWH, haz que resplandezca tu rostro sobre tu santuario desolado. Inclina, oh Elohim mío, tu oído y escucha; abre tus ojos y mira nuestros lugares desolados y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. Porque no estamos presentando nuestros ruegos delante de ti, confiados en nuestras obras de justicia, sino en tu gran misericordia. Escucha, oh YHWH. Perdona, oh YHWH. Atiende y actúa, oh YHWH. Por amor de ti mismo no pongas dilación, oh Elohim mío; porque a tu ciudad y a tu pueblo se les llama por tu nombre”.
(Daniel 9:1-19 VIN)

La promesa de la expiación de las iniquidades del pueblo de Israel por medio del Ungido de El Eterno

Aún estaba yo hablando y orando –confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Yisrael, presentando mi ruego delante de YHWH mi Elohim por el santo monte de mi Elohim–; aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre al cual yo había visto en visión al principio, voló rápidamente y me tocó, como a la hora del sacrificio del atardecer. Me hizo comprender y habló conmigo diciendo: “Daniyel, ahora he venido para iluminar tu entendimiento. Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para declarártela, porque tú eres muy amado. Por tanto, busca en la palabra, y considera la visión: Setenta semanas están determinadas en cuanto a tu pueblo y en cuanto a tu santa ciudad, para acabar con la transgresión, para poner fin al pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo. Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar Yerushalem hasta Mashíaj Naguid- el Ungido Gobernante-, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; y se volverá a edificar con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos. Después de las sesenta y dos semanas, será quitado el Mashíaj- el Ungido- y no quedará nada de él; y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin, y hasta el fin de la guerra está decretada la desolación.
(Daniel 9:20-26 VIN)

Setenta semanas (490 años) están determinadas en cuanto a tu pueblo y en cuanto a tu santa ciudad, para acabar con la transgresión, para poner fin al pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo.

¿Cómo se efectuará la expiación por las iniquidades?


Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar Yerushalem hasta Mashíaj Naguid- el Ungido Gobernante-, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; y se volverá a edificar con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos. Después de las sesenta y dos semanas, será quitado el Mashíaj- el Ungido- y no quedará nada de él

Después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí.
(Daniel 9:26 BTX3)

Después de las sesenta y dos semanas el Mesías será muerto
(Daniel 9:26 LBLA)

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías
(Daniel 9:26 RV60)

Así dijo el profeta Ieshayá:

Plugo a YHVH quebrantarlo y someterlo a padecimiento. Cuando se haya puesto su vida en sacrificio expiatorio, verá a su descendencia, Vivirá por días sin fin, y la voluntad de YHVH triunfará en su mano. Gracias a la aflicción de su alma, verá la luz y quedará satisfecho. Por su conocimiento, mi Siervo, el Justo, justificará a muchos, Y cargará con los pecados de ellos.
(Isaías 53:10-11 BTX3)

La Buena Nueva dada a Israel

Ella dará a luz un hijo  y tú llamarás su nombre Iehoshúa, porque él liberará  a Mi pueblo de sus iniquidades . 
(Mateo 1:21 MH-ShemTov-AV)

El testimonio de los alumnos y emisarios del Mashíaj acerca de la expiación de las iniquidades del pueblo de Israel

Por lo cual convenía que en todo fuera semejante a sus hermanos, para que les fuera un sumo sacerdote misericordioso y fiel, en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 
(Hebreos 2:17 BTX)

Entonces los principales de los cohanim y los perushim reunieron al Sanedrín y decían: ¿Qué hacemos? ¡Porque este hombre hace muchas señales! Si lo dejamos así, todos finalmente le aceptarán como Mashiaj, y vendrán los romanos y nos quitarán tanto el control del Beit HaMikdash, como la nación. Entonces uno de ellos, Cayafa, que era el Cohén HaGadol aquel año, les dijo: Vosotros no tenéis idea de lo que está pasando aquí, ni os viene a la mente que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Mas no dijo esto por sí mismo, sino que, ocupando la posición de cohén hagadol de aquel año, profetizó que Yeshua tendría que morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en perfecta unidad, a los hijos de Elohim que estaban en el exilio. 
(Juan 11:47-52 CDG)

Y salió Yeshua con sus talmidim hacia los poblados cercanos a Cesárea de Filipo; y mientras andaban por el camino, preguntaba a sus talmidim: ¿Qué dicen los hombres sobre mí, quién yo soy? Y ellos dijeron: Unos afirman: Yojanán el Inmersor. Y otros: Eliyahu Hanaví. Y aún otros: uno de los profetas. Y Yeshua les pregunta diciendo: ¿Y vosotros? ¿Quién decís que yo soy? Y respondiendo Kefa, le dice: Tú eres el Mashiaj. Y les prohibió bajo palabra que a nadie revelaran su identidad. Y comenzó a enseñarles las razones, diciéndoles: Es necesario que el Ben Ha- Adam sea expuesto a un sufrimiento extremo, traicionado y rechazado y que los gobernantes y los escribas bajo la autoridad del cohén hagadol lo entreguen en las manos de los gentiles y así causen su muerte para que después de tres días, sea resucitado. 
(Marcos 8:27-31 CDG)

El Di-os de Avraham, de Yitzjak y de Ya'akov, el Di-os de nuestros padres, glorificó a su Siervo, Yeshua, a quien vosotros entregasteis y rechazasteis delante de Pilato, cuando éste tenía clara intención de ponerlo en libertad Mas vosotros negasteis al Kadosh y al Tzadik, y pedisteis que se intercambiara por un homicida, y matasteis al Príncipe de vida, a quien Di-os resucitó de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la certeza absoluta que tenemos de su autoridad, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su dominio; y la fe que nos es dada por medio de él, ha causado esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. Mas ahora, hermanos, me ha sido revelado que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros jueces. Pero Di-os ha cumplido así lo que predijo por boca de todos sus profetas, que su Mashiaj sufriría. 
(Hechos 3:13-18 CDG)

Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que Moshé y los profetas dijeron que habían de suceder: Que el Mashiaj debía ser expuesto al sufrimiento para que siendo la primicia de la resurrección de los muertos, anuncie solemnemente luz al pueblo y a los gentiles. 
(Hechos 26:22-23 CDG)

Sabed, pues, varones hermanos: que por medio de éste tzadik os es anunciado perdón de pecados intencionales, y que de todo aquello de que por la ley de Moshé no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree. 
(Hechos 13:38-39 CDG)

¡Gracias Padre bendito por tu gran misericordía y perdón de nuestras iniquidades!

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