jueves, 20 de marzo de 2008

¿Fue Jesus abandonado por el Padre en la crucificcion?

Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mar 15:34)


El Padre y el Hijo siempre han estado juntos pero muchos han dicho que el unico momento en que Jesus fue abandonado por el Padre fue en la cruz y usan la cita anterior para probarlo.

Tambien han dicho que la razon de ello es porque Jesus llevaba el pecado de todo el mundo y Dios Padre no tolera el pecado.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
(2Co 5:21)


Pero analisemos lo siguiente, la Biblia nos dice que Jesus fue el sacrificio perfecto, el cordero pascual sin defecto y que el ha sido siempre santo.

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;
(Heb 7:26)

Entonces, no es cierto de que "se hizo pecado" sino que el pecado de todo el mundo fue imputado a el tal como el pecado de Adan es imputado a nosotros.

La Biblia nos dice tambien que el Padre y el Hijo siempre han estado juntos y que tambien estuvieron juntos en la hora del sacrificio de Jesus.

He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
(Jn 16:32)

Entonces, ¿ que quiere decirnos la Biblia cuando Jesus exclamo desde la cruz, Dio mio, Dios mio porque me has abandonado?

Sencillamente el estaba recitando el Salmo 22 para que los testigos presenciales de su muerte que conocian la Ley, los Salmos y los Profetas se diesen cuenta de que El era el Mesias profetizado en las escrituras.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
(Salmo 22:1)

Me han rodeado muchos toros;
Fuertes toros de Basán me han cercado. Abrieron sobre mí su boca
Como león rapaz y rugiente. He sido derramado como aguas,
Y todos mis huesos se descoyuntaron;
Mi corazón fue como cera,
Derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor,
Y mi lengua se pegó a mi paladar,
Y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado;
Me ha cercado cuadrilla de malignos;
Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos;
Entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echaron suertes.
(Salmo 22:12-18)



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