FIESTA PROFÉTICA
Januka no sólo se trata de una celebración histórica, sino también profética, y por eso nos conviene entender bien lo que pasó…porque volverá a suceder de forma similar en los últimos tiempos.
Daniel profetizó sobre “la abominación desoladora”, que es la profanación del Templo en Jerusalén a manos de un líder pagano (Daniel 8:9-14). Esta profecía se cumplió en parte en tiempos de los Macabeos y Antíoco IV, cuando los griegos tenían control sobre Israel.
Podríamos pensar que esa profecía ya se cumplió, y quedó atrás. Sin embargo, Jesús reveló que esta profecía tendrá un doble cumplimiento, pues volverá a ocurrir en los últimos tiempos.
Este doble cumplimiento no debe extrañarnos porque se ha dado varias veces en la Biblia. El primero cumplimiento sirve de sombra al segundo. Por ejemplo, el Cordero de Pascua en Egipto es sombra del Cordero de Dios que murió en la cruz en esa misma fecha y hora). El profeta Isaías lo explica de la siguiente manera:
(Isaías 46:9-10) Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, (10) que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero.
(Isaías 41:22) Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir.
La Fiesta de Januka tendrá un doble cumplimiento, y esto lo sabemos porque Jesús lo dijo claramente (Mateo 24 y Marcos 13):
(Marcos 13:14) Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes.
Cuando Jesús dijo esto, ya había sucedido la primera “abominación desoladora” con Antíoco IV, pero señaló que se vería una vez más, en el contexto de los últimos tiempos…
(Marcos 13:19-20) porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. (20) Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días.
(Marcos 13:23-31) Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes. (24) Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, (25) y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. (26) Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. (27) Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. (28) De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. (29) Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. (30) De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. (31) El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
También Daniel llegó a entender que la visión era una revelación para los últimos tiempos. Luego de ver al “cuerno pequeño y la abominación desoladora”, él se quedó intrigado, y su curiosidad lo llevó a buscar más revelación…
(Daniel 8:15-17) Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre. (16) Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión. (17) Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.
[Nota: El ángel del Señor le explicó aun más cosas a Daniel de lo que iba a suceder, pero no lo comentaremos en esta ocasión para no desviarnos del tema actual).
La profecía bíblica dice que el anticristo va a firmar la paz, y a Israel se le dará el derecho de construir el Templo. Pero tan pronto como esté terminado, el anticristo entrará, no solo profanándolo como Antíoco IV, sino que “se sentará” allí como un reto directo a Dios. Ese será el cumplimiento final de la “abominación desoladora”. Esto va a suceder a la mitad de los 7 años de la Tribulación, cuando el anticristo esté gobernando.
(Dan. 9:25-27) Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. (26) Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. (27) Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Actualmente, los eventos del mundo se están alineando para que esto se pueda dar, y el Islam parece llenar todas las descripciones que se hacen del anticristo. Según la escatología islámica, su mesías (Mejedi) va a firmar un pacto de paz, en el que todo el mundo se someterá a su gobierno, que durará por siete años. Al final de ese tiempo, se levantará un “anti-mejedi” que tratará de destronarlo. ¿Acaso no es esta la misma historia de la Biblia pero a la inversa? No es casualidad que los palestinos y los islámicos estén obsesionados por ocupar Jerusalén, y específicamente el Monte del Templo (a pesar que los sitios más importantes de adoración para el Islam son la Meca y Medina). Este interés por Jerusalén es curioso, ya que en el Korán no aparece ni una sola mención de esta ciudad; por el contrario, en la Biblia aparece 811 veces, y se refiere a ella como “el lugar que Dios escogió para poner allí Su Nombre” (1 Reyes 14:21; Deut. 12:5-7).
Pablo también escribió sobre la manifestación del anticristo:
(2 Tesalonicenses 2:3-8) Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, (4) el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. (5) ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? (6) Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. (7) Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. (8) Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida.