Pero seréis muy precavidos de
vuestras almas, pues no visteis ninguna semejanza el día que El Eterno os habló
en Joreb, en medio del fuego, para que no actuéis de forma corrupta y os hagáis
imágenes talladas, semejanzas de ninguna forma; ni forma de hombre ni forma de
mujer; ni forma de ningún animal sobre la tierra; ni forma de ninguna ave que
vuela por el firmamento; ni forma de nada que repte por el suelo, ni forma de
ningún pez que está en el agua bajo la tierra; para que no elevéis los ojos
hacia el cielo y veáis el sol y la luna y las estrellas, toda la legión del
firmamento, y os descarriéis y os inclinéis ante ellos y los adoréis, a ellos,
a los que El Eterno, vuestro Dios, ha designado para todos los pueblos bajo
todo el firmamento.
(Deuteronomio
4:15-19 Tora 1999)
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